Dios me pidió un poema sobre las bellezas
de la creación, y yo me puse a hablar de las cosas que El creó.
Hablé del sol, y sentí sus manos
calentándome.
Hablé de la luna, y sentí su brillo
envolviéndome.
Hablé de la noche, y sentí sobre mí su
manto de estrellas.
Hablé de todo lo verde del planeta, y sentí
su soplo de esperanza.
Hablé de las aguas, y sentí su inmersión en
el misterio de mi espíritu.
Hablé del cielo, y sentí que su azul me
protegía.
Hablé del fuego, y sentí sus llamas
quemando mis penas.
Hablé del aire, y sentí su soplo divino
renovándome.
Hablé de todos los seres, y sentí su
presencia en cada forma viviente.
Y a Él le presenté todo lo que escribí:
" Aquí está el poema que pediste, espero que apruebes todo lo que escribí".
Y
oí su respuesta: " Prosigue, aún no has hablado de ti"
___________
No
pongamos en duda la maravilla que somos, nuestra capacidad, nuestras
diferencias con otras creaciones. Al final de cuenta, estamos hechos a su
semejanza. Lo que muchos no entienden es que somos así porque somos parte misma
de la creación. Y por tanto, una extensión de la misma.
De
ahí esa búsqueda incesante de quienes somos, por no quererlo aceptar.
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