lunes, 30 de marzo de 2009

CICLOS DE LA VIDA (parte 5 de 6) OTOÑO


Una etapa de los 42 a los 63 años. Aquí llega el momento de la COSECHA que sólo se da por lo sembrado en la primavera y que germinó en el (V), es la flor de la vida. Su Aroma es el de la DECANTACIÓN, del disfrute, hay una confirmación de la definición de nuestro ser. Debemos entender como decantación a ser selectivo con base a lo vívido y probado en las estaciones anteriores, cosechando las experiencias.

Todo rinde frutos, en términos de salud, trabajo, familia, etc, es momento de reconciliarnos con la vida y de reflexionar para cerrar esos ciclos aún abiertos en la (P) y en (V). Es una síntesis. También es momento de limpia de cosas, ropa, etc, por esa misma selectividad, se ha definido nuestro perfil, ya tenemos la EXPERIENCIA y podemos elegir en hacer lo que nos gusta, pues ya no experimentamos ni andamos buscando.

Ahora la VISIÓN es más de pasado que futuro, ya no hay aceleraciones, hay economía de recursos y entramos con seguridad, sin prisas; es lograr lo máximo con lo mínimo, pero la desolación total es llegar a esta etapa sin experiencias (Recuerdas el concepto del eterno adolescente?). El Otoño es una caja de resonancia de lo vívido, se derrumban las fantasías, los ídolos, sólo queda la experiencia que es lo mejor de lo vívido. Eso produce SERENIDAD, ausencia de prisa, de violencia, de defensa, de agresión, no hay serenidad sin experiencia porque no hay incertidumbre y prevalece la pasión sin el apego del verano, no hay arrebato, no hay miedo. El sentido de la vida se perfecciona con la madurez de las relaciones personales, el desarrollo de la vocación, el gusto de vivir. Hay estabilidad, los gustos son sutiles y la combinación de esa experiencia con la serenidad nos lleva a la SABIDURÍA, la intensidad de la lucidez, es la incorporación de la riqueza de lo vívido.

Pero en los otoños mal vívidos se genera un riego que es el DECAIMIENTO de pensar que ya todo se ha vívido, que todo quedó atrás, se observa que todo el mundo es igual, que yo no soy, que nada es nada, ni la familia, ni la pareja, ni nada.

Solo con la serenidad, la experiencia y la sabiduría logramos identificar que lo que importa es precisamente uno, de lo contrario, se adoptan posturas de rabo verde en busca de niñitas, o las señoras que se creen de 18; es la urticaria por una vida insatisfecha por esa falta de experiencias en la Primavera y el Verano y se entra en la desesperación de querer sembrar primaveras porque sentimos que la vida ya nos rebasó, no hay alimento y viene nuevamente un APEGO, el MIEDO A LA DECREPITUD con una ADICCIÓN A LA PERMANENCIA, y una obsesión de apartarse de los ancianos, alejarse de los espejos, de los muertos, del cementerio, siempre en busca de nuevas primaveras (El ruco o ruca en la disco o el antro), la búsqueda de jóvenes pretendiendo vivir lo no experimentado en la etapa original y se da el “viejazo” viviendo con arritmia en búsqueda de aceptación, que se traduce en querer imponer la autoridad, vivir de nuestros antiguos logros sin ver a la juventud, es un otoño tormentoso.

Cada etapa implica cruzar riesgos y en el Otoño se cree que ya lo sabemos todo, cuando en realidad, en el otoño es la etapa de la vida en donde más se aprecia la vida misma, siempre que se abra uno en esa decantación, con sabiduría, de manera lúcida y con HUMILDAD, con un gran respeto a la gente, con racionamiento de las experiencias que adquieren un valor especial y apreciando de mejor manera el valor del tiempo. Es el filtro de la pasión del verano. Aquí se dan las mayores aportaciones de la vida, sin duda, la mejor etapa, para dar paso ahora al Invierno.
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Falta la parte final....

con amor, 4s