miércoles, 15 de septiembre de 2010

Secretos

Nada es un secreto. No existen. Puede haber cosas que sólo tu sepas, sin embargo, el mantenerlo oculto no significa que sea un secreto puesto que alguien lo sabe… tu.

Secreto (Del latín Secrētum –segregar-). Cosa que cuidadosamente se tiene reservada y oculta. Como adjetivo, se dice de aquéllo oculto, ignorado, escondido y separado de la vista o del conocimiento de los demás

Muchos de los secretos más valiosos de la vida tú ya los conoces. Por lo regular son esos que sueles ignorar, o que simplemente olvidas.

Mientras atraviesas los altibajos de la vida, una gran sabiduría con la que ya cuentas puede ayudarte mucho, sin embargo, a menudo la ignoras. Resulta demasiado fácil concentrarse en los aspectos exteriores y ello puede impedirte recordar quien eres realmente en tu interior.

Dentro de ti hay un sentido, potente y apremiante. Siendo consistente y fiel a ese propósito atraerás fuerza y efectividad a todo lo que hagas.

Son tantas las veces en que la confusión y la urgencia del mundo se arremolinan a tu alrededor, que hacen que nada parezca tener sentido.

En esos momentos concéntrate en el sentido real y perdurable que tiene que ver con la esencia de quien tú eres.

Mantente conectado con lo que realmente importa y escucha los valiosos secretos que tu propia y abundante sabiduría tiene para decirte. Recuerda que puedes elevarte por encima de la confusión, usando la energía de cada instante para promover el verdadero propósito que vive en ti.

Tu sabiduría aumenta con cada experiencia y ha estado haciéndolo por mucho tiempo. Recuerda, lo más a menudo que puedas, aprovechar su enorme fuerza positiva.

No mantengas secretos, sólo te atan a falsas creencias y miedos; vuelve tu vida transparente y serás libre; el que mantiene un secreto muchas vive en la cárcel del mismo.

No confundas el secretismo con la discreción y mucho menos con el chisme.

Con amor, 4s

La cultura del festejo

Si bien vivir el momento presente es una de las cualidades más deseadas se debe tener en cuenta que además para vivir en plenitud y armonía se debe también asimilar las experiencias vividas.

No intento hablar de todos, simplemente es una opinión; considero que seguramente como en otros países, en México tenemos una gran cultura del festejo que se traduce en vivir el momento, la fecha precisa, sin tomar en cuenta la realidad que nos rodea. Ya sea la festividad que celebremos, incluso por adelantado nos prevemos de los posibles puentes y todas las fechas que el calendario festivo indica celebración.

No se trata de un estilo, o de una estética, es una postura ante la vida. La cultura del festejo es un dejarse llevar por el entusiasmo, no evitar las emociones, sino vivirlas con plenitud. Hacer de la celebración un modo de vida. Incluso es conectarse con la fibra más íntima, no luchar en contra, sino tener ganas a favor. Una vocación de ir con alegría, sin importar si lo amerita…

Con ello también es una forma de evitar la realidad nacional e incluso la familiar, personal.

La cultura del festejo es un alto en el camino, un disfrute de lo mínimo al máximo que va de desde un saludo y abrazo, un brindis, y ni que decir de la comilona… y por supuesto, la identidad en los ropajes y la música.

Todo lo anterior viene a colación por “nuestra” celebración del Bicentenario de la Independencia y del Centenario de la Revolución Mexicana.

La reflexión nos dice que poco hay que justifique una conmemoración de la gesta militar en la que hombres nacidos en este continente expulsaron a las fuerzas del imperio y se dieron a la tarea de constituir y construir los estados nacionales. La gesta que hay que resaltar es el nacimiento de una nueva cultura que tiene mil cabezas.

Y es que desde hace 500 centurias, con la invasión militar, unida al arcabuz y al crucifijo, nuestras culturas fueron trastocadas definitivamente para bien y para mal, tanto, que hasta hoy se ven los efectos positivos y negativos de la colonización y la herencia cultural española.

Hoy pretendemos celebrar y para ello hablamos del tema, opinamos, se divulgan las mil historias que rodean los hechos, algunos ciertos y otros más falsos que una moneda de tres pesos. Unos dicen que no hay que celebrar, otros al contrario, defienden su postura de los avances y logros realizados con nuestra independencia y revolución, respectivamente. Se nos recuerda la memoria histórica y se nos pretende ilusionar con el festejo.

En algunos días bajará la emoción, para seguir el 20 de noviembre y por supuesto, ya para el maratón Guadalupe-Reyes nuestra preocupación será vivir el momento.

Desde hace muchos años he pensado e incluso invitado a una revolución intelectual que nos coloque en los primeros lugares del pensamiento mundial y con ello llevar al país a una verdadera mejora para todos nuestros compatriotas. Al paso que vamos, seguramente dentro de cien años nuestro país festejara en condiciones muy similares.

El cambio que necesitamos, desde mi perspectiva, es generacional. Se requiere de la voluntad de quienes ahora somos padres de familia para sembrar en nuestros hijos la semilla del cambio cultural, y que sean ellos los que vean el fruto al través de la generación que ellos a su vez germinen. Por lo tanto, este es el momento de fomentar el cambio.

No entraré en detalles de sucesos o fechas históricas, ni mucho menos de personajes; tampoco de hechos, ni de críticas positivas o negativas; lo bueno y lo malo está ahí, conforme a la percepción de cada quien.

Sólo pretendo destacar la cultura del festejo.

Felices fiestas. Mañana será otro día y pronto llegarán más festividades.

Viva México!!!

Con amor, 4s