jueves, 28 de octubre de 2010

Patito Feo

El otro cuento del Patito Feo.

Érase que se era una pata que empolló seis huevos. De cinco de ellos salieron patitos muy hermosos; del otro salió un patito feo.

El patito sufría mucho, claro. Era víctima de esa gran mentira según la cual para ser feliz hay que ser bonito. Pero una sabia patita, la más vieja del corral lo consoló. Ella sabía del cuento del Patito Feo, y le dijo que ya no llorara, que cuando creciera no se convertiría en un hermoso cisne, ni sería más bello que todos sus hermanos, pues el era un pato y que sería feo, pero que debería aceptarse como era y buscar su realización.

Pasó el tiempo y creció el patito feo. Pero no se convirtió en un hermoso cisne. Se convirtió efectivamente en un pato feo. Porque no era cisne; era pato.

Entonces sufrió más pues todos le habían dicho que de grande se volvería en un cisne hermoso y desoyó a la pata vieja y sabia.

Un día, sin embargo, el pato feo conoció a una pata, fea también.

Se enamoró de ella, y le pareció la patita más bella del mundo.

Ella se enamoró también del pato feo.

Y cuando su patita lo miraba, él se sentía el pato más hermoso del mundo.

Y es que así, amado, realmente era muy hermoso. Más, mucho más hermoso que un cisne.
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No necesitamos encontrar el amor en otros para sentirnos hermosos… debemos aceptarnos para poder dar lo mejor de nosotros mismos y entonces apreciar la belleza interna que existe en cada quien…

Con amor, 4s

DISFRUTA TU CAFÉ

Un grupo de profesionales, todos triunfadores en sus respectivas carreras, se juntó para visitar a su antiguo profesor. Pronto la charla devino en quejas acerca del interminable “stress” que les producía el trabajo y la vida en general.

El profesor les ofreció café, fue a la cocina y pronto regresó con una cafetera grande y una selección de tazas de lo más ecléctica: de porcelana, plástico, vidrio, cristal, unas sencillas y baratas, otras decoradas, unas caras, otras realmente exquisitas...

Tranquilamente les dijo que escogieran una taza y se sirvieran un poco del café recién preparado.

Cuando lo hicieron, el viejo maestro se aclaró la garganta y con mucha calma y paciencia se dirigió al grupo:

Se habrán dado cuenta de que todas las tazas que lucían bonitas se terminaron primero y quedaron pocas de las más sencillas y baratas, lo que es natural, ya que cada quien prefiere lo mejor para sí mismo.

Esa es realmente la causa de muchos de sus problemas relativos al “stress”, continuó; Les aseguro que la taza no le añadió calidad al café. En verdad la taza solamente disfraza o reviste lo que bebemos. Lo que ustedes querían era el café, no la taza, pero instintivamente buscaron las mejores. Después se pusieron a mirar las tazas de los demás.

Ahora piensen en esto: La vida es el café. Los trabajos, el dinero, la posición social, etc. son meras tazas, que le dan forma y soporte a la vida y el tipo de taza que tengamos no define ni cambia realmente la calidad de vida que llevemos. A menudo, por concentrarnos sólo en la taza dejamos de disfrutar el café.

¡Disfruten su café!

Con amor, 4s