martes, 21 de septiembre de 2010

Amor platónico

De todos los dioses el amor es
el más amigo de los hombres
y su mejor médico, pues sólo
él es capaz de curarles de su
mayor mal que no es otro sino
la pérdida de su naturaleza
originaria.

Platón

Lo que se piensa o cree sobre lo que es el amor platónico es prácticamente diferente a lo que Platón escribió sobre el amor.

Estaba Platón, y algunos de sus amigos, cenando y discutiendo sobre el amor y la amistad. Aristófanes, uno de los comensales, habló entonces del origen del amor entre dos personas y contó el mito del andrógino:

En un principio los seres humanos estaban formados de dos partes, una masculina y otra femenina. Eran seres arrogantes y vanidosos, pues eran perfectos. Cegados por su soberbia decidieron escalar al Monte Olimpo -lugar destinado a los dioses- con la idea de alcanzar la gloria divina, de la que ellos se creían merecedores.

Al conocer Zeus y los demás dioses sus planes los castigaron, separando sus cuerpos y borrando sus mentes para que no encontraran a su par. La separación fue terrible: Zeus usó rayos como instrumento para lograrlo. Adoloridos, tristes y vacíos, los seres humanos (como ahora los conocemos), perdieron la cordura y buscaron a su pareja desesperadamente, pero como no recordaban a su otra mitad la pesquisa se hizo casi imposible. Desde entonces, los seres humanos están condenados a buscar y a encontrar a su otra mitad. Así nació el amor de pareja


Empédocles fue el primer filósofo que utilizó la idea del amor en un sentido cósmico-metafísico, al considerar al amor y a la lucha como principios de unión y separación respectivamente de los elementos que conforman el universo. Pero la noción de amor no alcanzaría una dimensión central y compleja hasta Platón... Ya que el comparó al amor con una forma de caza, con la locura, con un dios poderoso... y también lo clasificó: el amor del cuerpo, el del alma y también una combinación de ambos.

Hay también un amor bueno y legítimo, y otro malo e ilegítimo, que en realidad no sería verdadero amor. Pero Platón no se refiere al amor del cuerpo por el cuerpo cuando habla de amor "malo o ilegítimo". Se refiere a un amor que no está iluminado por el amor del alma (no tiene en cuenta la irradiación que sobre el cuerpo que producen las ideas). El cuerpo debe amar, aunque debe hacerlo por el amor del alma. De esta forma el cuerpo puede ser aquello en lo cual brilla un alma bella y buena. Sólo el amante puede descubrir esa belleza "invisible".

Para Platón el amor es siempre amor a “algo”, pero la relación con este “algo” es una oscilación entre el poseer y el no poseer. El amante no posee lo que ama (porque entonces no sería amor) pero tampoco se encuentra totalmente desposeído (tampoco amaría en ese caso). Porque la belleza, justamente, depende de la aspiración del amante hacia lo amado.

En último término, los amores a objetos particulares (lo cual incluye seres humanos) no pueden ser más que participaciones del amor respecto de la “Belleza Absoluta”, que es la idea de lo bello en sí. De esta manera, tras la contemplación del amor puro y verdadero es que el alma asciende a la contemplación de lo ideal y eterno

El amor al conocimiento, a la sabiduría y a la belleza es lo que Platón dice que está en el origen del amor, fuera de toda realidad pasional. El amor se encuentra al tener una visión "parecida" a la que tuvimos como almas en donde apreciábamos fundamentalmente la belleza contemplando las "Ideas". Y esa luz sobre la belleza se arroja de repente a través de la vista volviéndola a encontrar en el cuerpo de la persona a que se comienza a amar.

Define al amor como un profundo conocimiento de la otra persona después de la visión "alada" que nos hace "recordar" la persona a la que comenzamos a amar. (Es de mencionar que Platón lo hizo ver que es un amor entre hombres que se trasmiten conocimiento, amor homosexual, ya que la mujer en ese entonces era vista como sujeto pasional de los deseos más eróticos y también como madre). Por tanto el amor según Platón se produce entre los hombres después de haber llegado a una plenitud en la comunicación sobre conocimiento y filosofía, acercamiento que se produce después de la visión de ese alma.

En sus Diálogos Sócrates le dice al joven Lisis: "El amor es desear que la persona amada sea lo más feliz posible" dice también "lo semejante es amigo de lo semejante". Esta idea abre una polémica sobre la búsqueda de lo semejante a la hora de ser atraídos por una persona, cuando muchas otras escuelas precisamente sostienen el equilibrio con lo totalmente contrario.

Una afirmación fundamental del amor en Platón es la siguiente:

"El amor es una forma de necesidad que tiene una meta y su relación con esta meta es de deseo, de exigencia. El amor anhela siempre lo bello y lo bueno y, por tanto, no es ninguno de éstos sino algo intermedio entre lo bello y lo bueno.”

El amor, dice, no puede ser considerado un dios, porque si fuera un dios no amaría, puesto que en un ser perfecto es imposible que haya anhelo, deseo o pasión. Por lo mismo, el Amor es un ser entre mortal e inmortal, es decir, un espíritu". "La meta real del amor es la belleza”, la cual, según Platón no es diferente del bien. Esto significa que el amor busca la felicidad, es decir, la posesión del bien, al cual tiende todo el género humano.

Según el filósofo griego existe una vía ascendente para conocer el verdadero amor, para llegar a la contemplación de lo bello en sí. Se trata de un ascenso erótico que contempla los siguientes grados:

1. El amor a la belleza corporal que posee dos momentos: el amor a un cuerpo bello determinado y el amor a la belleza corpórea en general.

2. El amor a la belleza de las almas, es decir, a la belleza moral que se manifiesta en los quehaceres y en las reglas de conducta de los hombres.

3. El amor a los conocimientos, el cual trasciende la servidumbre de los seres concretos.

4. El amor a lo bello en sí, el cual es el nivel supremo de amor y que se nos revela de súbito, cuando hemos recorrido correctamente los senderos anteriores en todas sus etapas.

Esta meta del amor es la idea misma de lo bello en todo su esplendor. La belleza es eterna, increada, imperecedera, estable, porque es eternamente idéntica a sí misma. De esta belleza en sí, además, participan todas las cosas bellas.

La otra exposición importante acerca del amor, Platón la realiza en el diálogo el Fedro, en él habla de la palinodia:

¿En qué consiste esta palinodia? Se trata del mito platónico del viaje del alma que arrojará luz no sólo sobre la verdadera naturaleza del Eros, sino también sobre el alma y las ideas eternas, principios indispensables para comprender la naturaleza del Amor.

Según enseña Sócrates el amor es primordialmente una especie de locura -manía- que proviene de los dioses, vale decir, divina. Es una manía porque es una emoción irracional, aunque alcanza su más alta expresión sólo cuando se une a las claridades de la razón, por ejemplo, en el amor filosófico de la verdad y de la belleza.

Más aún, el Eros es el origen psicológico de la búsqueda del filósofo, puesto que el punto de partida del movimiento y la fuente principal de la acción residen en el alma.

Platón representa míticamente el alma como un auriga que dirige un carro alado, formado por dos caballos, uno dócil y el otro obstinado. Cuando acaece la muerte, el alma se eleva hasta el borde del firmamento y contempla las ideas eternas que están por encima. Sin embargo, el hacinamiento de las almas le hace perder sus alas precipitándose otra vez a la tierra. Esta alma que ha visto las ideas con máxima claridad se convierte en filósofa o en amante de la belleza, en un ser inspirado, pero no con la inspiración del artista, que está en un nivel más bajo, sino con la inspiración del hombre culto, del sapiente en el arte de la vida.

Desde la perspectiva platónica, cuando en la vida captamos visualmente el brillante esplendor de la belleza, rememoramos la idea de la belleza que vimos con los ojos de alma en el mundo celeste; sin embargo, no podemos hacer la misma percepción de la sabiduría ni de otras realidades dignas de nuestro amor. Sólo la belleza se muestra refulgente en la medida en que es captada por la vista que, según Platón, es el más agudo de nuestros sentidos y por esto mismo es la más amada por todos.

Ahora bien, aquel que no está recién iniciado o bien ha sido corrompido no puede dirigirse desde la belleza sensible a la inteligible. Su mirada queda atrapada por aquella forma imperfecta de belleza, entregándose al placer. Pero el recién iniciado que ha contemplado ampliamente las cosas del mundo superior, al ver un rostro divino, una bella imitación de la belleza o un cuerpo de hermoso aspecto trata de venerarlo como un dios. Tras esto vuelven a salirle alas en todo el territorio de su alma, retornando a ese estado anterior en que poseía alas en su totalidad. Entonces, el alma halla descanso en la contemplación del amado, recogiendo el dulce placer de ese momento de unión. El iniciado ya no querrá separarse de su amado porque para él éste es su tesoro más precioso, una maravilla que le hace olvidar todo hasta el punto de estar dispuesto a convertirse en esclavo con tal que se le deje junto a su amado. Y este es el estado que los hombres llaman amor

En síntesis, tanto en el Fedro como en el Banquete -a pesar de sus desarrollos diferentes- se encuentran los tres tipos de amantes:

*El más bajo de ellos corresponde a quienes están poseídos por la pasión meramente física y egoísta.

*Un poco más arriba está el amante moderado que al no ser un filósofo verdadero termina complaciendo su impulso sexual, aun cuando lo maneja racionalmente. Y ello debido a que su autocontrol es defectuoso. Se trata, en verdad, de un estado intermedio y que es positivo en la medida que prepara para la vida filosófica.

*En la cima de esta escala de amantes se halla el auténtico filósofo, quien está más allá de toda servidumbre a lo sexual. Aquí los amantes pertenecen al mismo sexo y su meta no es otra que la inspiración recíproca en la investigación de la verdad y del bien. Y aunque este amor tiene un fundamento en el instinto sexual, los amantes han tenido la fuerza y la sabiduría para sublimarlo en una pasión por el estudio en común. Éste es, también, el verdadero significado del "amor platónico" del que tan imprecisamente se habla.

Como podemos ver, lo que se piensa o cree sobre lo que es el amor platónico es prácticamente diferente a lo que Platón escribió sobre el amor.

Continuará...

Con amor, 4s