lunes, 31 de mayo de 2010

Puente




Distancia...








... nada








Siempre que me
esperes del otro lado...





Con amor... 4s

ERES TÚ

Como anillo al dedo coincide la historia de la entrada anterior en donde se dice que no hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza. Así las cosas, pero en contrario… lo que tú haces te resulta importante. Sin embargo, hay una diferencia, no son quien tú eres.

Recuerdo la cita que decía: “La calidad del servicio nunca será igualada a la calidad de la persona que lo brinda”. Si recuerdas esos momentos donde un camarero servicial te ofreció ayuda; o la mesera del restaurante amablemente te complació o sugirió. Las cosas no son ellos; y por excelente que hayas percibido el servicio, la calidad de las personas sin duda es mucho mayor. Así igual tú… las cosas que haces son de calidad, pero tu calidad es mucho más grande.

Por otro lado, las palabras que pronuncias te sirven para expresarte. Aun así, no son quien tú eres.

Las circunstancias de tu vida te dan un contexto dentro del cual operar. Sin embargo, esas circunstancias no te definen.

Los problemas que tienes, las oportunidades que se abren ante ti, los desafíos que enfrentas, el valor que has creado están, todos, conectados contigo. Sin embargo, no son quien tú eres.

Tu pasado cuenta la historia por la cual has transcurrido, y tu futuro te da un espacio en el cual crecer. Tu pasado y el futuro, aun así, no son quien tú eres.

Incluso, muchas veces es de los grandes cuestionamientos existenciales… Quién eres? Quién Soy?

Tú estás más allá de tus palabras, de tus acciones, de tus circunstancias, de tus desafíos, de tus logros, de tu pasado y de tus oportunidades por venir. Entonces, ¿qué eres, exactamente?

Sencillo, eres la persona que puede darle sentido, belleza y amor a todo ello.

Con amor, 4s

SÍSIFO


En la mitología griega, Sísifo (Σίσυφος) fue fundador y rey de Éfira (nombre antiguo de Corinto). Era hijo de Eolo y Enarete y marido de Mérope. De acuerdo con algunas fuentes (posteriores), fue el padre de Odiseo con Anticlea, antes de que ésta se casase con su último marido, Laertes.

Fue promotor de la navegación y el comercio, pero también avaricioso y mentiroso. Recurrió a medios ilícitos, entre los que se contaba el asesinato de viajeros y caminantes, para incrementar su riqueza. Desde los tiempos de Homero, Sísifo tuvo fama de ser el más astuto de los hombres.

Astuto como era, al ver de cerca el rapto de la ninfa Egina guardó el secreto, hasta que llegara la ocasión de sacarle provecho.

Esperó que el río Asopo, padre de la joven pasara por sus tierras en busca de su hija. Y primero le exigió que hiciese brotar una fuente cristalina en la ciudadela de su reino. Luego le contó que el raptor de Egina era Zeus.

El señor del Olimpo, irritado por la delación, llamo a Tánatos (la muerte) y le mandó a arrojar a los infiernos al rey de Corinto.

Figura siniestra, envuelta en negros ropajes habitante del Hades, hermano del Sueño, Tánatos llegó súbitamente a las tierras de Sísifo.

La tétrica presencia no atemorizo al astuto soberano. Con mucha maña y mucho arte, Sísifo engaño al dios de la muerte. Lo invito amablemente a entrar por una puerta y, cuando Tánatos se dio cuenta de lo que había pasado, se encontró aprisionado en un calabozo. Por largo tiempo nadie murió en el mundo.

Plutón estaba triste y alarmado. Los campos del mundo Inferior no se enriquecían con nuevas almas. La barca de Caronte yacía varada en un rincón, sin utilidad ni función. Era preciso restituir al mundo su orden natural. El dios de los muertos recurrió a su hermano Júpiter.

Sabiendo que Sísifo tenía preso a Tánatos, el padre de los dioses envió a Ares (Marte) para obligar al primero a libertar a su terrible cautivo. Y la primera víctima de la muerte habría de ser el propio delator de Júpiter. Al rey de Corinto no le quedó más que obedecer.

Se preparó, pues, para seguir a Tánatos a los infiernos; antes sin embargo, pidió un momento para despedirse de su esposa. En ese instante de los adioses, le recomendó vivamente que no lo enterrase ni le hiciese funerales. Y aunque sin comprender las razones del marido, la mujer obedeció.

En el centro de la tierra, Sísifo se lamentaba día y noche. Se quejaba de no haber tenido honras fúnebres. De que la esposa ingrata no lo hubiera sepultado. Necesitaba volver a la superficie de la tierra para castigarla por tamaña negligencia.

Tanto se lamentó y tanto pidió, que Plutón acabó compadeciéndose de él y le permitió retornar al mundo por un corto tiempo.

Apenas dejó el Hades, el astuto Sísifo tomó rumbos lejanos y la firme resolución de no volver a ver nunca las sombras infernales.

Sin embargo, un día muchos años después, le faltaron las fuerzas para seguir viviendo. Estaba demasiado viejo. Ya no tenía energías para engañar a la Muerte. Y fue nuevamente arrastrado a los subterráneos del mundo.

Plutón que jamás había olvidado la fuga de Sísifo, al recibirlo por segunda vez tomó todas las precauciones para mantenerlo en su dominio. Le impuso una tarea que no le permitiese ni un minuto de descanso e impidiera cualquier evasión: empujar montaña arriba una enorme piedra, que siempre se le escapa de las manos al llegar cerca de la cima. Y así, perpetuamente, el condenado que osara engañar a la Muerte desciende por la ladera para retomar la piedra y recomienza su tarea sin fin y sin objetivo.

de ahí se dice que:

No hay castigo más terrible que el trabajo inútil y sin esperanza.


Con amor, 4s