Qué es el INVIERNO
Pasamos al final del ciclo, de los 63 a los 84 años, aquí es donde se aprecia en su totalidad cada ciclo, abrir y cerrar, porque nada puede empezar si no se concluye. Es momento de revisar los otros ciclos y darle sentido al mismo para que el compromiso real se cumpla, en el trabajo, con las relaciones, en la familia, etc. Es lo natural de la vida, y todo lo que comienza debe acabar, pero que equivocadamente se asocia con la muerte cuando en realidad es el momento ideal de conectar con la “REGENERACIÓN”, es concluir con galanura y elegancia, ni más ni menos.
El aroma que se respira es el de la TRANSFORMACIÓN”, con una VISIÓN de PASADO; es la síntesis de un ciclo compuesto. Llegar a esta etapa implica el RECOGIMIENTO, como un aislamiento, entraña la recapitulación de lo vívido.
Ya no hay apetito de acumular nuevas experiencias ni se tiene la capacidad fisiológica. No se desea producir más, es momento de administrar los recursos y es momento de reposo, lo que se quiere es asimilar las experiencias con otros ojos, la perspectiva es otra, vemos a nuestros padres, hijos, nietos de otra forma que en su momento no entendimos o vimos distinto. Es la etapa de reconciliarnos con nuestro pasado, se activa la memoria de largo plazo aunque llegue a fallar la de corto plazo, se reconecta con las fotos del ayer y las preguntas de lo que sucedió en ese entonces. Surgen también las preguntas existenciales ¿A qué vine? y nos preparamos para partir a nuestra nueva vida, es el “corte de caja”, es tiempo de “REFLEXIÓN”, es mirarse reflejado, revisar lo vivido, es el gran espejo, el lago congelado.
La lucidez de la vejez y las emociones se disparan de manera importante, el asombro con y por los nietos, descubrir los placeres que la vida nos dio, sin ningún miedo, sin prisa alguna, todo se sensibiliza ya que la vida se ve de atrás para adelante. Surgen las grandes impresiones por esas experiencias en donde ya se sabe que nada es para tanto y nos lleva al BALANCE de la vida misma.
Pero hay de aquel que arrastre ciclos inconclusos o abiertos, porque aquí se manifiesta como el viejo “cascarrabias” que se queja de todo, de lo que fue, de lo que no fue, lo que no hizo, y no pudo ser o hacer y entonces se quiere desquitar con todo el mundo. Todo por no haber vivido en su momento y tuvo una vida pobre que se pudrió y ahora se quiere desquitar que se le fue toda su vida. Nunca supo que hizo o que pudo hacer y el tiempo impecablemente nos hace observar lo que hicimos con nuestra vida, si fuimos mezquinos, mediocres y ahora nos da coraje.
En esta etapa, si no sabemos llegar en buen modo, surge el miedo que se refleja en “CONFORMISMO”, ya que se cree que no hay razón de vivir, que ya se es un viejo vacío, sin contenido, el nos vale todo, no existe visión, y la muerte en vida al grado de ya no querer vivir. Se descuida la persona misma, nos abandonamos, no nos queremos ni bañar, para qué?, sin vislumbrar que es el gran momento del crecimiento espiritual, es la reconciliación de las heridas y de la aceptación del principio de realidad con el mayor dinamismo interno que es la conciencia misma.
Conformismo no debe confundirse con sobriedad, por el miedo a que si lleguamos a esa etapa y no hemos logrado nada, no tiene caso seguir, pues se cae al absurdo de hacer las cosas como caigan y se vive con “HORROR AL CAMBIO” y además con “ADICCIÓN POR LO ESTABLE”, llega la nostalgia, queremos que las cosas se hagan como nosotros decimos, o como fueron en nuestros tiempos, sin duda, nos convertimos en el viejo amargado, frustrado, intolerante que se queja de todo, de los jóvenes, de la política, de la tele, en fin, de todo y se concluye que todo tiempo pasado fue mejor.
Por eso, en esta etapa se debe uno preparar al proceso del duelo final, el fin del ciclo, pero para comenzar nuevamente.
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Espero que te haya gustado y me haya explicado lo suficientemente claro.
Con amor, 4s
