jueves, 21 de octubre de 2010

Conócete a ti mismo


Se dice que estas palabras estaban inscritas en la puerta del templo de Apolo en Delfos, lugar de culto en la antigua Grecia. A pesar de que se suelen atribuir al filósofo Sócrates (470 a.C. – 399 a.C.), su origen se remonta más allá del siglo VI a.C., siendo más veteranas que la historia misma de la filosofía. La importancia de este aforismo atemporal radica en que orienta a los seres humanos a que exploremos nuestra realidad interior, donde se encuentra todo lo que necesitamos para poner fin a nuestro sufrimiento y alcanzar la plenitud que tanto anhelamos.

Sin embargo, este viaje hacia adentro no es fácil, pues nos confronta con nuestros miedos e inseguridades, es decir, con nuestra ignorancia e inconsciencia. Y lo cierto es que muchos prefieren seguir perdiéndose en su realidad exterior, tratando inútilmente de llenar el vacío que experimentan en sus entrañas. No en vano, la evasión y la narcotización no son sostenibles a largo plazo. Escapar de uno mismo es el problema, no la solución. Más que nada porque el vacío existencial no se llena, sino que se aprende a aceptarlo. Y esto sólo se consigue haciéndole frente a nuestra mente y a nuestros pensamientos.

En eso consiste ser dueño de uno mismo.

Para lograrlo, el primer paso es reconocer que no sabemos, pero que estamos dispuestos a aprender. Así, la honestidad para con nosotros mismos y la humildad hacia los demás son imprescindibles para poder experimentar aquello que todavía no hemos vivido. Este proceso de autoconocimiento –también llamado psicología– nos conduce irremediablemente a asumir el compromiso con nuestro desarrollo personal, una transformación interior que nos lleva a descubrir nuestra dimensión espiritual.

Cabe decir que la espiritualidad no tiene nada que ver con ninguna creencia ni dogma religioso; se trata más bien de un cambio en la forma de vivir y de relacionarse con uno mismo y con los demás. Liberados de la tiranía de nuestro ego –la identidad falsa y superficial que nos hace creer que somos un “yo” separado de la realidad–, entramos en contacto con nuestra esencia más profunda, que nos proporciona la paz interior que siempre hemos anhelado.

No en vano, la vida es un continuo proceso de aprendizaje, cuyo propósito último es trascender el egocentrismo para ser felices por nosotros mismos y aceptar y amar a los demás tal como son. Por eso es fundamental que cuestionemos el condicionamiento recibido –que nos dice lo que tenemos que ser, hacer y tener– para llegar a ser lo que somos en esencia, siendo así coherentes con nuestra verdadera naturaleza.

Conócete a ti mismo…

Con amor, 4s

1 comentario:

  1. Prioritario es el saber conocernos a nosotros mismos, para poder llegar a conocer a quienes nos rodean y saber bien interactuar con el mundo y sus aconteceres ツ

    Con amor, 4s!

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