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En el corral vivían felices las gallinas.
Todas, menos una.
Andaba siempre triste esa gallina, acongojada y pesarosa. Cuando pensaba que nadie la veía lloraba desconsoladamente.
-¿Por qué está triste? -preguntó una recién llegada.
Le explicó otra:
-Se aflige porque no puede poner huevos como los ponemos nosotras: cálidos, de suave cáscara, y llenos con la sustancia de la vida.
-¿Por qué no puede?
-Porque es La Gallina de los Huevos de Oro.
-¡Pobrecita!
Con amor, 4s
Una vez más, enmarcamos diferencias
ResponderEliminar¡Y qué sería de la vida sin ello!
Más importante es saber vivir con lo que se tiene y con lo que verdaderamente pueda llegar a poseerse. Hay personas que no pueden procrear y no por ello la vida termina; deben encontrar la manera de salvaguardar esos deseos y saber bien proyectarlos en otras cuestiones similarmente provechosas. En tal caso, bien podría ser la adopción. A la par que ayudarían a quien lo necesita, estarían siendo doblemente partícipes en esta sociedad que cada día marcha en declive.
A mi muy particular punto de vista, la palabra 'pobrecita', o debiera erradicarse o en su defecto, debiera ser utilizada únicamente para cuando verdaderamente podamos hacer lo suficiente para saber modificarlo.
Con amor, 4s!
Tudo na vida é relativo e nada é definitivo, inclusive a alegria e a tristeza... e sendo assim, podemos escolher sermos sempre felizes com o que temos.
ResponderEliminarBeijokas, querido.