miércoles, 23 de noviembre de 2011

EL EFECTO PIGMALIÓN


Seguro has escuchado este tema o expresión, el cual proviene de una leyenda mitológica de origen griego.


El nombre de Pigmalión corresponde al de un rey, específicamente de Chipre. También se dice era sacerdote y se le atribuye la capacidad de esculpir de una forma prodigiosa.


Por otro lado, aunque en ciertos partes se dice que no gustaba de las mujeres, más bien, la mayoría coincide en que en realidad lo que buscaba era la mujer ideal (Ya desde entonces, mas que la fuente de la eterna juventud y sueño de muchos hombres). He ahí entonces que su deseo lo concebía en forma y fondo, es decir, forma de ser, de pensar, y físico, inclusive. Así que al ser infructuosa decidió que no se casaría y se dedicaría a la creación de las más hermosas estatuas.


Así que en su intento, al fin consiguió una estatua de marfil tan bella y perfecta como, según juzgaba y pretendía, ninguna mujer verdadera podría serlo. Dicen que era tal la fuerza del sentimiento y de la inspiración cuando trabajaba el mármol, que su mano parecía guiada por un poder mágico. La estatua la llamó Galatea, y era tan perfecta y tan hermosa, que Pigmalión se enamoró de ella perdidamente.


Al grado que soñó que la estatua cobraba vida.


Finalmente y de tanto admirar su propia obra, no sólo acabó enamorándose de ella, sino que le llegó a comprar las más bellas ropas, joyas y flores: los regalos más caros.


Todos los días pasaba horas y horas contemplándola, y, de cuando en cuando, besaba tiernamente los labios fríos e inmóviles.


Era tanta su embeleso y su amor, que Pigmalión quiso que su sueño se convirtiera en realidad. Hizo todo lo que pudo para conseguirlo, incluso ofrecería sus obras maestras a Afrodita, la Diosa del Amor.


Es así que un día Pigmalión despertó y en lugar de la estatua se hallaba ni más ni menos que la propia Afrodita en persona, la cual se dirigió a él y le dijo: “Mereces la felicidad, una felicidad que tú mismo has plasmado. Aquí tienes a la reina que has buscado. Ámala y defiéndela del mal”.


Así nació Galatea, su mujer ideal.


Para completar la felicidad del artista, Afrodita propició la unión y le garantizó la fertilidad. De esta unión nació un hijo, Pafo, que tuvo la dicha de legar su nombre a la ciudad (Páfos), consagrada a la diosa autora del prodigioso milagro.


Finalmente y después de la historia anterior, la metáfora de esta historia se utiliza cuando alguien anticipa un hecho, o existen muchas probabilidades de que se cumpla. A este fenómeno en psicología se le conoce como la “realización automática de las predicciones”; es decir, “El Efecto Pigmalión", o "la profecía que se cumple a sí misma”. Y que no debe confundirse con esas visiones que luego suelen suceder conocidas como “Dejá Vu”, lo cual es tema aparte.


Otra enseñanza es que debemos creer en nuestros sueños… seguro existe el amor perfecto… que es imperfecto como nosotros, es decir, nuestro “alter ego”. Nuestra Galatea.


Con amor, 4s.

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